Ballet cubano para el mundo



Fue un espacio demasiado corto, pero los aplausos duraron como las primeras lluvias de mayo en Nicaragua. Se aplaudía al Ballet Nacional de Cuba y a la alta calidad de sus artistas. Su muestra de cinco coreografías, algunas creación de Maurice Béjart, otras, de la propia Alicia Alonso, Prima Ballerina Assoluta- como la conocen en la pléyade de las artes escénicas- ofrecieron al público capitalino la augusta experiencia del arte.

"En las sombras de un vals", "Bhakti", "Desnuda luz del amor", "El lago de los cisnes" y "Don Quijote" fueron las piezas presentadas. Dos de ellas, "El lago de los cisnes" y "Don Quijote" dieron constancia de una disciplina come il le faut en la escuela Cubana. Sin embargo, es en "Bhakti" donde, el ballet de Alicia Alonso sigue aportado un sello único a la danza clásica, desde ese hombro y esas sinuosas caderas cubanas que vimos en una memorable interpretación de Alicia Alonso en la ópera "Carmen" de Bizet. Memorable cadera africana en medio de la incorruptible precisión gala. Ruptura del eje y de los cánones en aras de la libertad. Cuba en las piernas, en los brazos ahora escudados en el folklore hindú. Bhakti, el baile de Shiva -el Dios de la danza y la destrucción y su esposa Shakti- dramatica tirantez entre dos deidades, roja riqueza de imágenes creadas para darnos algo más que una anécdota que contar.

Sadaise Arancibia y Javier Torres- los dos únicos intérpretes de Bhakti- se encuentran ya en mi baúl de recuerdos, como bien dijera el poeta uruguayo, Benedetti.

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